Se enfrascaron en la redacción de la más completa de las enciclopedias. Tuvieron el mérito de llegar hasta la entrada “agotamiento”: se habían dado cuenta de que la “agonía” la habían dejado atrás.
Se les concedió el don de hacer llover, siempre que fuera por consenso. Agricultores, ganaderos, deportistas, agentes turísticos, veraneantes, transportistas y otros se regocijaron. No llovió nunca.
Se aliaron para defenderse de un tercero; luego con este para ir contra un cuarto; y así sucesivamente hasta que todos fueron aliados. Estalló la guerra.