Del libro de aquel escritor habían dicho algunos críticos: “es la mejor novela del último cuarto de siglo”; “habrá un antes y un después de esta obra”; “estas páginas pasarán a engrosar la historia de la literatura universal”. En semanas sucesivas fueron apareciendo, al decir de otros críticos, los libros de otros tantos escritores que merecieron los mismos elogios. Y llegaron a ser tantas las obras geniales que tuvieron que dirimir grados de genialidad, confrontándolas unas con otras. Y así unas pasaron de geniales a muy buenas; otras, a buenas; otras, a regulares, e incluso algunas a malas. La genialidad quedó a la espera de tiempos más ecuánimes.
Deja una respuesta