Jamás había leído poemas tan buenos

Jamás había leído poemas tan buenos como los de aquel hombre. Su admiración por él era enorme. Decidió escribirle, pero nadie supo darle razón de su domicilio. Parecía como si ese Sr. Anónimo que tanto aparecía en los romanceros hubiera desaparecido de la faz de la Tierra.

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