La sala estaba atestada de gente. Antonio el Quiebrapescuezos estaba jugando a las cartas, cuando entró un desconocido y le espetó que era un hijo de puta y un maricón. Antonio no se inmutó y el tipo aquel, defraudado, se largó.
Antonio confesó más tarde a un conocido que, efectivamente, su madre había ejercido de ramera en época de estrecheces, y que él era, a mucha honra, homosexual.
Deja una respuesta