comer
-Me apasiona el cine.
-Pues no lo parece. No vas nunca.
-También me apasiona la carne, y no la como.
-¿Y eso?
-No me gusta que hagan sufrir a los animales.
-¿Y respecto al cine?
-¿Es que no ves lo que sufren los protagonistas en las películas?
-Anda, baja ya del escenario.
-Te suplico que me limpies los pies con la lengua.
-Sabes que antes estás obligado a comerte el pastel de chocolate.
-Mi abuelo cada día se comía una naranja, y vivió hasta los cien años.
-¿Y con una naranja al día tenía suficiente?
Un día dejó de comer y empezó a nutrirse de interrogantes. Estos se fueron instalando en la cabeza, y la cabeza creció. Mucho. Tanto, que se convirtió en un cefalópodo. Ahora tiene atrofiados los pies de no usarlos -era muy trabajoso caminar con tanto interrogante a cuestas-, y la gente juega con su cabeza dándole puntapiés; es como un balón, pero con nombre y apellidos e interrogantes.