Toda su vida la consagró a hacer algo lo suficientemente relevante como para figurar en las enciclopedias. Tuvo que comprar las editoriales que las publicaban.
Se enfrascaron en la redacción de la más completa de las enciclopedias. Tuvieron el mérito de llegar hasta la entrada “agotamiento”: se habían dado cuenta de que la “agonía” la habían dejado atrás.