establecimiento
El gerente se jactaba de que el suyo era el único hotel que respetaba plenamente el derecho a la intimidad de sus clientes. Desde que se ocupaban las habitación hasta que se dejaban, el personal del servicio no entraba en ellas. Las camas sin hacer, el suelo sin barrer ni fregar y los sanitarios sin limpiar eran la muestra inequívoca de la honradez y eficacia del establecimiento.