Quería aparentar un optimismo desbordante. Aseguraba a todo el mundo que gracias a su insomnio se había librado de comprarse un despertador. Sus ojeras lo desmentían.
Estaba obsesionado por cómo la conciencia se torna inconsciencia al pasar de la vigilia al sueño. Por eso todas las noches se acostaba intentando mantener la conciencia en ese instante decisivo. Lo mató el insomnio.