mujer
-Por fin he acabado.
-¿Y cómo sabes que has acabado?
-No sé… He terminado el trabajo que tenía encomendado.
-¿Y lo has terminado bien?
-Eso creo…
-Lo crees, pero… ¿puedes afirmarlo sin dudar?
-¡No me tortures más!
-A cualquier cosa le llamas tortura.
-Eres mi mujer, y me debes obediencia.
-Si fuera tuya, no te hubiera hecho estas preguntas.
-¿No te gustaba Isabel?
-Sí, pero desde ayer ya no me gusta.
-¿Y eso?
-Siempre me han correspondido las mujeres en el amor.
-Es imposible.
-No lo es. A pesar de amar a una mujer determinada, en el momento en que tengo conocimiento de que ella ama a otro hombre, ya no es digna de mi amor y dejo de amarla.