trabajo
-Por fin he acabado.
-¿Y cómo sabes que has acabado?
-No sé… He terminado el trabajo que tenía encomendado.
-¿Y lo has terminado bien?
-Eso creo…
-Lo crees, pero… ¿puedes afirmarlo sin dudar?
-¡No me tortures más!
-A cualquier cosa le llamas tortura.
-Eres mi mujer, y me debes obediencia.
-Si fuera tuya, no te hubiera hecho estas preguntas.
-¡Menudo chollo que tenéis los maestros con tan pocas horas de trabajo!
-Y tú, ¿a qué te dedicas?
-Estudio arte dramático.
-¿Y te consideras inteligente?
-Bueno, no soy estúpido.
-Entonces convendrás conmigo que es de estúpidos pensar que un actor trabaja sólo las horas que está actuando ante el público.
-Claro.
-Extrae las conclusiones tú mismo.
-Y tú, ¿a qué te dedicas?
-Soy fabricante de secretos.
-Ah. (Silencio.) ¿Querías pillarme, eh?
-¿Cómo dices?
-¿No estabas esperando a que te preguntara en qué consiste realmente tu profesión para contestarme que es un secreto y así quedarte conmigo?
-No.
-Pero, oye, necesitarás conocer mil y una estratagemas para hacer tu trabajo…
-Es un secreto.