Yacía esparcido en forma de serrín

Yacía esparcido en forma de serrín, serrín, eso sí, de madera de cedro. Había sido en otro tiempo un cedro noble, fuerte, centenario. Pero lo cortaron, lo aserraron e hicieron de él tablas con las que los ebanistas construyeron bellos muebles para un suntuoso palacio. ¡Qué felices ahora los tableros de aglomerado!

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