Los procesos del daguerrotipo y calotipo, y como derivado de este último, el del papel encerado, son los primeros que ofrece el nuevo medio fotográfico, presentado oficialmente en 1839. Dan lugar a un primer período de la Historia de la Fotografía. A partir de entonces empiezan a llegar a España fotógrafos franceses e ingleses que, junto con unos pocos operadores del país, se lanzan a captar con sus cámaras la imagen romántica del país que había sido conformada previamente por todo tipo de grabados y estampas, reunidos en las llamadas “obras pintorescas”.
La dicotomía entre la fotografía documental y la fotografía artística no es tal. La constitución de la imagen fotográfica, su disposición formal y su destino social beben en las fuentes de la documentalidad. La especificidad de la fotografía viene dada por su naturaleza indicial, esto es, por la huella fotónica que deja el objeto en la película sensible o en el sensor digital, acreditando de esa forma siempre la documentalidad en mayor o menor grado. Esta y otras características suyas no menos peculiares, hacen tambalear las categorías estéticas y los métodos de análisis en los que se han basado otras artes con más solera.
Cuando emprendemos un viaje, raras veces nos planteamos que este pueda ser sostenible económica, social y medioambientalmente, y sería recomendable hacerlo. Quizá también fuera provechoso reflexionar sobre si realmente estamos dispuestos a asumir las prisas, rodearnos de un lujo que nos aísla del entorno y, en definitiva, sobre si vale la pena viajar solo por placer. Tal vez, atesorar vivencias que dejen un poso en nuestra vida fuera mucho más provechoso. Y si viajamos utilizando el económico trío intermodal de transportes formado por la bicicleta, el tren y el autocar, mucho más inocuo.